La oración es el recurso admirable más accesible para permitir a la criatura la comunicación con el Creador.
Puente invisible de energías sutiles, hace posible la unión del alma con el Progenitor Divino, por cuyo intermedio ésta absorbe las fuerzas y la inspiración para los cometidos difíciles de la existencia.
No altera el campo de lucha ni aparta los testimonios que favorecen la evolución. Sin embargo, brinda resistencia para los embates, infunde coraje y vitaliza siempre.
Amplía la visión de la realidad, al tiempo que robustece el entusiasmo de quien se entrega a ella.
Modifica la comprensión y el modo de encarar los acontecimientos, y produce sintonía con el Divino Pensamiento que todo lo gobierna.
Quien ora, supera tensiones y se llena de paz.

La oración crea las condiciones y las circunstancias para la meditación, que proyecta la psiquis hacia las esferas elevadas, equilibrando así la salud y las aspiraciones, puesto que orienta mejor el sentido de la existencia y el programa de la reencarnación.
Predispone al santo, sustenta al héroe, inspira al investigador, mantiene la vida y proyecta su luz en los paisajes sombríos o neblinosos que se presentan amenazadores.
Por más que te sientas pleno, no pierdas el hábito de la oración, a fin de mantenerte equilibrado.
Cuando atravieses dificultades o enfrentes rudas pruebas y severas expiaciones, recurre a su auxilio, y constatarás los beneficios que obtendrás.
Para mantener el ritmo de trabajo y conservar el ideal, es el medio más eficaz, de acción duradera, del que puedes disponer con facilidad. No sólo preservará tus fuerzas morales y espirituales, también atraerá la presencia de los Buenos Espíritus que se tornan instrumentos de Dios para la solución de muchos problemas humanos.
Da continuidad a la oración valiéndote de la acción digna, que te mantendrá psíquicamente en el mismo elevado clima.
Quien ora se renueva e ilumina, pues enciende las claridades íntimas que se exteriorizan mediante vibraciones especiales.
Cuando consigas experimentar el bienestar y la alegría que derivan de la oración, la buscarás con frecuencia y se convertirá en tu lenguaje poderoso de comunicación con la Vida Pulsante.
Envuelto en sus irradiaciones, diluirás el mal que se te acerque, en beneficio de los malos que se aproximen a ti.
Te sentirás de modo tal que orarás constantemente, haciendo de tu existencia un estado de plegaria.
Recurre a la oración en todos los momentos de tu vida. En la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la riqueza o sin recursos, en el éxito y en el fracaso, ora confiado en la respuesta divina.
Al orar te elevarás, y en la energía de la plegaria recibirás todo cuanto te sea necesario para proseguir en la lucha y lograr la victoria.
La criatura busca a Dios mediante la oración y Él le responde a través de la intuición de lo que debe hacer y de cómo hacerlo, a fin de que, haciéndolo, sea feliz.
Libro: Momentos de Salud. Juana de Angelis/Divaldo Franco.